sábado, 25 de junio de 2016

Más allá de lo que podemos ver



Aún recuerdo el pasado 30 de Abril como si hubiera sido ayer, pues fue uno de los días más especiales durante el desarrollo de mi practica en responsabilidad social; La cual realice en la Fundación Juvenil Hikari Yami ubicada en la localidad número siete (Bosa). Nunca me gusto estudiar los sábados pero aquí fue algo totalmente diferente siempre hacia y aprendía cosas de otras carreras ya que mi grupo de trabajo estaba conformado por: comunicadores sociales y gráficos, administradores e ingenieros.  

Ese sábado empezó siendo un día común y corriente, nos reunimos a las 8:00 de la mañana  como lo era de costumbre siempre actualizábamos nuestro  cronograma  de actividades y verificábamos qué era teníamos pendiente para realizar durante la siguiente semana, luego de realizar esta actividad tan importante procedimos a dar inicio a lo que teníamos programado para este día “la visita al humedal la Isla”, en ese momento todos empezamos alistar  nuestras bicicletas ya que los recorridos allí son muy largos y de esta manera nos rendía más el día.

Como era habitual contábamos con la compañía de Luis Tuta  el representante legal de la Fundación quien fue la persona que nos guio por cada una de la calles del camino que nos llevaría al Humedal la Isla.

Durante el trayecto nos encontramos con algunos obstáculos, primero Bosa es una localidad bastante grande y llena de comercio, las calles son muy pequeñas y esto hacia más difícil nuestro recorrido ya que a mis compañeros y a mí  nos daba pánico que los carros se nos acercaran, segundo el viernes anterior a nuestra practica llovió mucho y esto hizo que las calles estuvieran llenas de lodo; cada vez que nos acercábamos más a nuestro destino las calles iban desmejorando y manejar las bicicletas se hacía más difícil; las calles estaban enlodadas y aquí fue el momento donde empezamos a practicar “ciclo montañismo” como dijo Luis. Las bicis se deslizaban, se hundían, hasta el punto de no poder manejar más y terminar el trayecto caminando.

Después de algo más de 30 minutos de recorrido empezamos a observar que las calles ya no eran de asfalto y que los barrios ya no estaban tan poblados, recorrimos unos pocos metros más y llegamos a una zona totalmente rural donde Luis nos indicó que habíamos llegado al humedal; en ese momento algunos quisimos observar espejos de agua pero desafortunadamente la Isla ya no cuenta con esto. Aunque la zona es fresca y húmeda, las aves migratorias eran escasas, el aire se conservaba fresco y puro, se escuchaba el canto de los pájaros y el movimiento de las hojas en los árboles. Pero no muy lejos de este tranquilo lugar se están realizando grandes construcciones que podían perturbar la tranquilidad de la zona.

Luego de observar el humedal continuamos por la “vía láctea” como es conocida la zona,  una trocha que nos conducía al Rio Bogotá durante el camino nos encontramos a la señora Alba Lucia Tovar, una señora de 54 años de edad, con quien pudimos interactuar y nos compartió sus vivencias en el sector ya que es vecina del humedal desde hace 11 años, nos comentó que la vida allí es muy tranquila, no tienen problemas de inseguridad, la economía de su familia en la actualidad se basa en el reciclaje, pero anteriormente su principal medio de ingresos era la ganadería pero por las nuevas construcciones que se están realizando tuvieron que vender sus animales ya que no como mantenerlos.

Luego de nuestra conversación con la señora Alba Lucia, continuamos nuestro recorrido encontrándonos con tres hermosas ardillas o comadrejas? Bueno, no sabemos bien ya que esto entro en debate con el grupo unos decíamos una cosa y otros otra, nunca sabremos en realidad que eran ya que no pudimos observar bien porque salieron corriendo.

Finalmente el camino que tomamos nos llevó al rio Bogotá, pudimos observar los daños tan grandes que causamos los seres humanos a la naturaleza, el caudal de este río tan importante está lleno de basuras y otros residuos que generan contaminación, esto generó mucha indignación ver cómo hacemos tanto daño a estas riquezas naturales. Después de haber realizado este recorrido tan especial donde pudimos observar animales de muchas especies, respirar aire puro y tener tranquilidad al estar lejos de los ruidos de la ciudad, llegamos a la conclusión que el olvido que tenemos hacia los humedales es considerado como el impacto más fuerte, ya que no prestarles la atención adecuada representaría perder este regalo de la naturaleza, realmente debemos cambiar nuestra manera de actuar y pensar, debemos conservar estos espacios tan valiosos y no dejarlos perder absorbidas  por las grandes ciudades.

A nuestro regreso y cansados por el recorrido cada uno trajo una reflexión, pues si bien no podemos frenar el llamado desarrollo y crecimiento urbano vale la pena luchar por crear consciencia frente al cuidado y protección de estos espacios que son únicos y cada vez más escasos en la ciudad, además de brindarnos bienestar también forman parte estratégica del medio ambiente.

                                                 Escrito Por:  Deisy Rozo y Erika Sierra


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